Autor: Juan Esteban Mendivelso Mancilla
-¡Adiós! - dijo ella susurrando, mientras sus pequeños hijos observaban ahogados en llanto y penas, pero quién mas sufría, era Huevín. Era el mayor de los seis y debía hacerse cargo de sus hermanos,, así que, Huevín, salió en búsqueda de trabajo. Por fortuna, encontró uno a los diez minutos; su trabajo era ser el conejillo de indias de una empresa de alimentos que experimentaba con huevos saborizados.
En su primer día, Huevín sufrió un centenar de alergias y sarpullidos. Llegó a casa y lo recibieron con un gran plato de arroz y pan. No era mucho, pero era todo lo que tenían; en su trabajo, Huevín sufría mucho y se enfermaba, así que trató de dejarlo, pero él y su familia no soportaron más de cuatro días sin comer.
Huevín estaba cansado. No podía mas. Con su último dólar jugó a la lotería, una lotería de cien millones de dólares. Y contra todo pronóstico, Huevín se volvió millonario. ¡Así es! Ganó la lotería y con esto, él y su familia nunca volvieron a pasar hambruna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario